Godzilla contra King Ghidorah |
Japón es un país donde al igual que en los EEUU el medio audiovisual ha gozado desde siempre de una gran popularidad y por ende, el cine y la tv niponas han sabido reflejar los temores y los traumas de su pueblo, quienes a diferencia de los Estadounidences, saben de lo que hablan cuando se trata de representar el Apocalipsis urbano.
Sin duda la segunda guerra mundial marcó un antes y un después en el audiovisual japonés. La derrota sufrida por el Imperio, el sentimiento de culpa por la destrucción acarreada producto del afán expansionista y las bombas atómicas han marcado a los japoneses y también a su cine, lo que se ha hecho patente en el éxito que gozan allá las películas sobre monstruos gigantes, máquinas destructoras, invasiones extraterrestres.
Es por ello que el cine de desastres en Japón ha gozado y goza todavía de enorme popularidad tanto en la isla como fuera de ella, siendo el universo de películas, series de TV y manga relacionados tan grande, que es muy difícil abarcarlo en su totalidad. Por eso, me voy a referir sólo a algunos de los productos y directores, los más populares y accesibles en el mercado nacional o que han gozado de cierta popularidad en Occidente.
Monstruos, mutantes y otras abominaciones.
A mediados de los años 50, con el olor de Hiroshima y Nagasaki aún en el aire y la amenaza de un holocausto nuclear en ciernes a propósito de la Guerra Fría, la industria audiovisual nipona encontró una veta rentable explotando los miedos del público. Es en este contexto que fue creado el monstruo “Godzilla” (“Gojira”, de Inoshiro Honda, 1954), que dado el inmediato éxito del que gozó, contó con una serie de secuelas que lo hicieron muy popular tanto en Japón como en el resto del mundo. Este monstruo hijo de la guerra nuclear, aunque destruyó Tokio innumerables veces, con los años ha pasado de villano a héroe y se ha transformado en todo un símbolo de Japón.
Desarrolladas al alero de la compañía Toho, Godzilla cuenta a la fecha -según IMDB- con 28 películas, entre las cuales hay curiosidades como una pelea contra King Kong y otra contra su versión norteamericana, la respuesta de los japoneses a la deplorable versión que hizo Hollywood del monstruo, realizada en 1998 por el alemán Roland Emmerich, quien -a propósito- se ha especializado en películas de desastres.
Los japoneses, muy dados a clasificarlo todo, bautizaron a las películas de monstruos destructores de maquetas como kaiju-eiga (película de monstruo), el que a su vez deriva del género tokusatsu (película de ciencia ficción con efectos especiales). A esta familia pertenecen Kaijus populares entre los seguidores del género como “Motra” (una polilla gigante), “Anguirus” (un megaterio gigante), “Gamera” (una tortuga mutante gigante) y “King Ghidorah” (una especie de dragón mitológico de tres cabezas), por nombrar a algunos de los engendros que han pisoteado Tokio y sus alrededores en los últimos sesenta años.
Bebiendo de las mismas aguas, se encuentran otros gigantes íconos de la cultura pop nipona. Me refiero a Ultraman y su familia, cuyo origen no es atómico sino extraterrestre. Aquí el desastre ocurre a raíz de las batallas de Ultraman con monstruos gigantescos surgidos de las profundidades de la tierra, con quienes nunca se le ocurre pelear en el campo, sino que siempre lo hace en medio de una ciudad con la consecuente destrucción de todo lo que encuentran a su paso.
A diferencia de Godzilla, Ultraman vio la luz no en el cine, sino en la televisión en la década del 60. Con un traje sospechosamente parecido a los de los luchadores mexicanos, se ha enfrentado a innumerables monstruos, gozando en Occidente de una popularidad similar a la de Godzilla.
Otra expresión íntimamente ligada al cine de desastres en su evolución y lenguaje en Japón ha sido el manga (versión japonesa de los cómics), en cuyas historias, el desastre y la destrucción han sido llevadas al paroxismo. “Akira”, de Katsuhiro Otomo, llevada al cine en forma de animé en 1988 por el mismo Otomo, es solo una muestra de ello. La acción se desarrolla en Neo Tokio, ciudad levantada sobre las cenizas post nucleares de Tokio, con niños mutantes que cuentan con superpoderes mentales.
Se trata de una serie íntimamente emparentada con el movimiento Cyberpunk y su oda a la destrucción y el pesimismo, el mismo que hizo posible crear visiones de pesadilla del futuro de la humanidad, con androides ocupando el lugar de las personas en la sociedad, en películas como “Ghost in the shell”, de Mamoru Oshii (1995), la popular “Astroboy”, de Osamu Tezuka, o “Alita ángel de combate” de Yukito Kishiro, todas basadas en la premisa de la destrucción de la civilización tal como la conocemos a raíz del desmesurado desarrollo tecnológico.
Otras series niponas de monstruos y desastres muy populares en Occidente y en Chile han sido mangas en formato de serie de televisión, donde el origen de la fuerza destructora ya no es la misma humanidad, sino una fuerza ajena. El mundo es amenazado por extraterrestres que ponen en jaque a la humanidad. Es el caso de la serie de culto “Neon Genesis Evangelion”, conocida como “Evangelion” (1995) cuya historia se inicia a partir del “Segundo Impacto” en el año 2000 a raíz de algo que cayó en la Antártica provocando cataclismos climáticos y enormes tsunamis que han destruido a la mitad de la población en el mundo. Después se sabe que detrás de esto está una raza extraterrestre de semidioses llamados Ángeles, que cuentan con poderes increíbles capaces de arrasar con mundos enteros. La humanidad solo cuenta para defenderse con unos androides gigantes llamados EVA, piloteados por niños nacidos después del Holocausto. Durante años se ha especulado con su eventual versión en cine con actores, pero por el momento solo se cuenta con una nueva versión con animaciones digitales, en formato DVD y Blue Ray.
Hay otra serie en la misma línea, aunque menos “catastrófica” en su planteamiento: es la también de culto “Macross” (1982), conocida en Chile como “Robotech” (rebautizada así por razones comerciales por la compañía norteamericana Harmony Gold), en la que el teniente Rick Hunter debe aprender a sobrevivir en la guerra que la humanidad libra contra los Zentraedi, una raza de humanoides con complejo de superioridad que desean apoderase de una supuesta fuerza que posee la humanidad a la que han llamado la protocultura.
Guerras y desastres nucleares
Aquí también los ejemplos son muchísimos y no es para menos, dada la magnitud de lo que significó Hiroshima y Nagasaki.
“Barefoot Gen” (“¿Hadashi no Gen?”, 1983) es un drama que tiene lugar en la Segunda Guerra Mundial, en Hiroshima. Se trata de un animé que narra las aventuras de un niño que pierde a su padre y su hermano menor tras la gran explosión y que junto a su madre y un hermano sustituto lucha por sobrevivir en la ciudad arrasada. Dirigida por Mori Masaki, está basado en el manga creado por Keiji Nakazawa diez años antes y habla de la fuerza de voluntad y el optimismo como armas para superar la tragedia. Impactante por las imágenes de personas arrasadas por la explosión, no es una película para personas sensibles y, por cierto, no es apta para niños.
Una película similar por su temática y por los efectos que tiene en el espectador, aunque no dice relación con la bomba atómica, es “La tumba de las luciérnagas” (Isao Takahata, 1988), descarnado relato de la guerra en Japón y el sufrimiento de la población civil ante los incesantes bombardeos de la fuerza aérea norteamericana, pero también a causa de la crueldad e insensibilidad de los propios japoneses. La historia nuevamente es narrada desde el punto de vista de dos niños que pierden a sus padres y tratan por sus propios medios de sobrevivir en medio del caos. Este animé cuenta también con una versión con actores, y es una de las mejores películas de animación de los estudios Ghibli.
Por último, la guerra tuvo también repercusiones en cineastas más reputados. Nagisa Oshima, Shoei Imamura, Iroshi Teshigahara y otros se arriesgaron a narrar historias alejadas de los clásicos cánones de la industria, con personajes extranjeros en su propia patria, planteando problemas existencialistas. Imamura toca directamente el tema de la guerra en Lluvia Negra (1989) y Oshima lo hace en Merry Christmas Mr Lawrence (1983). Incluso el cine de Akira Kurosawa, acusado por cineastas más jóvenes de ser un conservador, no estuvo ajeno al tema. "El Emperador" habló de la guerra, de la bomba y de sus consecuencias de manera directa en al menos tres de sus películas. “Record of a living being” (1955) narra la historia de Nakajima (Toshiro Mifune), quien quiere convencer a su familia de emigrar a Sudamérica pues considera que Japón no es un lugar seguro para vivir producto de la constante amenaza atómica.
Mucho más tarde, en “Sueños” (1990), el séptimo de los cortos relatos que conforman la película muestra al monte Fuji en llamas, como resultado de la explosión de una serie de reactores nucleares. La gente huye y en algunas secuencias se siente que Godzilla va a aparecer detrás de la montaña. Esto se debe a que Kurosawa contrató para los efectos especiales a Ishiro Honda, el responsable de dar vida al monstruo.
Finalmente, en una de sus últimas películas, “Rapsodia en agosto” (1991), Kurosawa vuelve sobre el tema narrando la historia de una vieja mujer, viuda de una de las víctimas de la bomba, que cree que otro holocausto está por venir. Esta película cuenta con un breve rol de Richard Gere.
Muchas de las películas y series de TV aquí comentadas pueden ser vistas ahora, a la luz de los acontecimientos recientes, como proféticas. Sobre todo las que tratan el tema de tsunamis y desastres nucleares, que no son pocas, dado que se trataba de un hecho que se sabía era probable que ocurriera. Solo el tiempo dirá qué tipo de productos audiovisuales surgirán de la mente de los creadores japoneses y cómo ello transformará los gustos del público japonés.
Otros títulos relacionados
Para quienes deseen explorar más en profundidad el profuso mundo de las películas y series de desastres japoneses, aquí van algunas citas.
“Nippon chinbotsu” (1974), cinta de Shirô Moritani y Andrew Meyer, trata el hundimiento inminente de Japón producto de enormes terremotos. Cuenta con un remake del año 2006.
“Ponyo en el acantilado” (2008), película animada de Hayao Miyazaki que narra la historia de una niña sirena cuya transformación en humana desata un enorme tsunami en Japón.
“Princesa Mononoke” (1997), película animada de Hayao Miyazaki sobre un desastre ecológico provocado por el ansia de poder de la humanidad y el proceso de industrialización destructor de bosques y fauna.
Monstruos, mutantes y otras abominaciones.
A mediados de los años 50, con el olor de Hiroshima y Nagasaki aún en el aire y la amenaza de un holocausto nuclear en ciernes a propósito de la Guerra Fría, la industria audiovisual nipona encontró una veta rentable explotando los miedos del público. Es en este contexto que fue creado el monstruo “Godzilla” (“Gojira”, de Inoshiro Honda, 1954), que dado el inmediato éxito del que gozó, contó con una serie de secuelas que lo hicieron muy popular tanto en Japón como en el resto del mundo. Este monstruo hijo de la guerra nuclear, aunque destruyó Tokio innumerables veces, con los años ha pasado de villano a héroe y se ha transformado en todo un símbolo de Japón.
Desarrolladas al alero de la compañía Toho, Godzilla cuenta a la fecha -según IMDB- con 28 películas, entre las cuales hay curiosidades como una pelea contra King Kong y otra contra su versión norteamericana, la respuesta de los japoneses a la deplorable versión que hizo Hollywood del monstruo, realizada en 1998 por el alemán Roland Emmerich, quien -a propósito- se ha especializado en películas de desastres.
Los japoneses, muy dados a clasificarlo todo, bautizaron a las películas de monstruos destructores de maquetas como kaiju-eiga (película de monstruo), el que a su vez deriva del género tokusatsu (película de ciencia ficción con efectos especiales). A esta familia pertenecen Kaijus populares entre los seguidores del género como “Motra” (una polilla gigante), “Anguirus” (un megaterio gigante), “Gamera” (una tortuga mutante gigante) y “King Ghidorah” (una especie de dragón mitológico de tres cabezas), por nombrar a algunos de los engendros que han pisoteado Tokio y sus alrededores en los últimos sesenta años.
Bebiendo de las mismas aguas, se encuentran otros gigantes íconos de la cultura pop nipona. Me refiero a Ultraman y su familia, cuyo origen no es atómico sino extraterrestre. Aquí el desastre ocurre a raíz de las batallas de Ultraman con monstruos gigantescos surgidos de las profundidades de la tierra, con quienes nunca se le ocurre pelear en el campo, sino que siempre lo hace en medio de una ciudad con la consecuente destrucción de todo lo que encuentran a su paso.
A diferencia de Godzilla, Ultraman vio la luz no en el cine, sino en la televisión en la década del 60. Con un traje sospechosamente parecido a los de los luchadores mexicanos, se ha enfrentado a innumerables monstruos, gozando en Occidente de una popularidad similar a la de Godzilla.
Una viñeta apocalíptica del manga "Akira". |
Se trata de una serie íntimamente emparentada con el movimiento Cyberpunk y su oda a la destrucción y el pesimismo, el mismo que hizo posible crear visiones de pesadilla del futuro de la humanidad, con androides ocupando el lugar de las personas en la sociedad, en películas como “Ghost in the shell”, de Mamoru Oshii (1995), la popular “Astroboy”, de Osamu Tezuka, o “Alita ángel de combate” de Yukito Kishiro, todas basadas en la premisa de la destrucción de la civilización tal como la conocemos a raíz del desmesurado desarrollo tecnológico.
"Evangelion", serie de culto de los años noventa, recientemente reeditada. |
Hay otra serie en la misma línea, aunque menos “catastrófica” en su planteamiento: es la también de culto “Macross” (1982), conocida en Chile como “Robotech” (rebautizada así por razones comerciales por la compañía norteamericana Harmony Gold), en la que el teniente Rick Hunter debe aprender a sobrevivir en la guerra que la humanidad libra contra los Zentraedi, una raza de humanoides con complejo de superioridad que desean apoderase de una supuesta fuerza que posee la humanidad a la que han llamado la protocultura.
Guerras y desastres nucleares
Aquí también los ejemplos son muchísimos y no es para menos, dada la magnitud de lo que significó Hiroshima y Nagasaki.
“Barefoot Gen” (“¿Hadashi no Gen?”, 1983) es un drama que tiene lugar en la Segunda Guerra Mundial, en Hiroshima. Se trata de un animé que narra las aventuras de un niño que pierde a su padre y su hermano menor tras la gran explosión y que junto a su madre y un hermano sustituto lucha por sobrevivir en la ciudad arrasada. Dirigida por Mori Masaki, está basado en el manga creado por Keiji Nakazawa diez años antes y habla de la fuerza de voluntad y el optimismo como armas para superar la tragedia. Impactante por las imágenes de personas arrasadas por la explosión, no es una película para personas sensibles y, por cierto, no es apta para niños.
Portada del Manga Borefoot Gen |
Por último, la guerra tuvo también repercusiones en cineastas más reputados. Nagisa Oshima, Shoei Imamura, Iroshi Teshigahara y otros se arriesgaron a narrar historias alejadas de los clásicos cánones de la industria, con personajes extranjeros en su propia patria, planteando problemas existencialistas. Imamura toca directamente el tema de la guerra en Lluvia Negra (1989) y Oshima lo hace en Merry Christmas Mr Lawrence (1983). Incluso el cine de Akira Kurosawa, acusado por cineastas más jóvenes de ser un conservador, no estuvo ajeno al tema. "El Emperador" habló de la guerra, de la bomba y de sus consecuencias de manera directa en al menos tres de sus películas. “Record of a living being” (1955) narra la historia de Nakajima (Toshiro Mifune), quien quiere convencer a su familia de emigrar a Sudamérica pues considera que Japón no es un lugar seguro para vivir producto de la constante amenaza atómica.
El monte Fuji en llamas en "Sueños", de Kurosawa (1990) |
Finalmente, en una de sus últimas películas, “Rapsodia en agosto” (1991), Kurosawa vuelve sobre el tema narrando la historia de una vieja mujer, viuda de una de las víctimas de la bomba, que cree que otro holocausto está por venir. Esta película cuenta con un breve rol de Richard Gere.
Muchas de las películas y series de TV aquí comentadas pueden ser vistas ahora, a la luz de los acontecimientos recientes, como proféticas. Sobre todo las que tratan el tema de tsunamis y desastres nucleares, que no son pocas, dado que se trataba de un hecho que se sabía era probable que ocurriera. Solo el tiempo dirá qué tipo de productos audiovisuales surgirán de la mente de los creadores japoneses y cómo ello transformará los gustos del público japonés.
Otros títulos relacionados
Para quienes deseen explorar más en profundidad el profuso mundo de las películas y series de desastres japoneses, aquí van algunas citas.
“Nippon chinbotsu” (1974), cinta de Shirô Moritani y Andrew Meyer, trata el hundimiento inminente de Japón producto de enormes terremotos. Cuenta con un remake del año 2006.
“Ponyo en el acantilado” (2008), película animada de Hayao Miyazaki que narra la historia de una niña sirena cuya transformación en humana desata un enorme tsunami en Japón.
“Princesa Mononoke” (1997), película animada de Hayao Miyazaki sobre un desastre ecológico provocado por el ansia de poder de la humanidad y el proceso de industrialización destructor de bosques y fauna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario