Filmada hace casi 35 años, es una película muy distinta a lo que uno está acostumbrado a ver en el cine japonés. La audacia de Oshima al atreverse a mostrar sexo explícito en esta película lo sitúa en el panteón de los cineastas que se la juegan por el escándalo para remover conciencias e incentivar el debate en torno a ciertos tópicos sociales y políticos. No es que en Japón la pornografía sea un tabú, que por cierto no lo es, pero en ese país y en varios otros (Chile entre ellos) la película ha sido motivo de censura o bien de debate por su contenido sexual y no por otros atributos.
Basada en un hecho real ocurrido en Japón en la década de 1930, narra la historia de Sada (Eiko Matsuda) y Kichizo (Tatsuya Fuji), una prostituta y su amante, que dan rienda suelta a sus pasiones e inician un viaje sensorial experimentando los placeres del sexo, el que se transforma en una especie de droga para la pareja. Ante la necesidad de experimentar cada vez más placer, comienzan a aislarse del mundo para practicar ritos sexuales cada vez más audaces, entre ellos, la asfixia durante el coito lo que finalmente termina con la vida de Kichizo.
De buenas a primeras resulta fácil tildar a esta película de pornográfica, puesto que contiene muchas escenas típicas del género. Los actores tienen sexo real y Oshima los muestra en prolongadas escenas, no obstante no hay nada en la realización de esta película hecho con el afán de excitar sexualmente a la audiencia. No hay primeros planos de genitales sino que más bien las escenas de sexo están filmadas en plano general mostrando a los protagonistas en un entorno, el sexo no está sacado de contexto y la mayor parte de las veces es Sada la que domina la situación y no al revés como suele ocurrir en el cine XXX donde la dominación masculina se ejerce de manera exagerada.
Uno de los aspectos más interesantes del film es el que dice relación justamente con la reacción que provocó en Japón (donde hasta el día de hoy está censurada), que es el de provocar una reacción a las ataduras que impone una sociedad tremendamente conservadora como la nipona. La historia está ambientada en una época en la que el pensamiento individual importaba poco y donde todo debía estar al servicio del imperio. Los protagonistas emprenden un viaje en sentido contrario, exacerbando su individualidad hasta el extremo, aislándose de su entorno. Durante el desarrollo del film da la sensación de que viven en un mundo aparte que avanza a contracorriente de todo lo que va pasando a su alrededor. En este sentido es bastante elocuente la escena en la que Kichizo, extenuado después de varios días de actividad sexual ininterrumpida, va caminando por la calle y se encuentra con un pelotón que va partiendo a la guerra. Las escena muestra a Kichizo avanzando en sentido contrario al pelotón, sin siquiera detenerse a mirarlos a pesar de que hay una multitud congregada.
Dirección: Nagisa Oshima
Producción: Anatole Dauman
Guion: Nagisa Oshima
Música: Minoru Miki
Fotografía: Hideo Ito
Montaje: Keiichi Uraoka
Protagonistas: Eiko Matsuda, Tatsuya Fuji, Aoi Nakajima, Yasuko Matsui, Meika Seri
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