Al contrario, aquí el tema central es el proceso mediante el cual India Stoker la adolescente protagonista va conociéndose a si misma y paso a paso va dejando salir al monstruo en el que finalmente se convertirá, proceso gatillado por su tío Charlie, que llega a alterar el aparente equilibrio familiar luego de la muerte del padre de India.
A poco andar, sabemos que Charlie es un asesino cuya influencia en India la va transformando en una especie de versión mejorada de su tío en el ejercicio del mal, debido a su inteligencia superior y a las enseñanzas de su fallecido padre, quien la introdujo en el arte de la cacería.
Como suele ser en el cine de Park Chan-Wook, el tono y el ritmo de la narración son más bien pausados, con una fotografía muy cuidada y planificada (a cargo de Chung-hoon Chung). El tono cromático de la película está al servicio de la narración y la violencia se expresa a través de chorros de sangre, como es tradicional en cierto tipo de cine oriental.
Las actuaciones están bastante bien, sobre todo la de Mia Wasikowska (India) y como siempre Nicole Kidman no decepciona, pero es el tono y el arte de la película lo que más llama la atención.
Este es uno de los pocos ejemplos en los que un director extranjero en Hollywood puede mantener su estilo narrativo. Por eso no va a decepcionar a sus seguidores.
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