Desde la consagración del cine sur coreano como industria a principios de los 90, posible gracias a una ingente cantidad de fondos estatales destinados a poyar su nacimiento, ha pasado mucha agua y muchas películas bajo el puente. A estas alturas el cine sur coreano cuenta a su haber con ejemplos más que respetables en casi todos los géneros existentes.
Existen ejemplos en la ciencia ficción, el cine bélico (muy prolífico gracias al eterno conflicto con el norte), el terror y un tipo de cine que podría considerarse un subgénero dentro de este último, el de asesinos, secuestradores, depravados sexuales en todas sus formas y variantes, que han poblado las pantallas coreanas tal vez más que en ningún otro país.
Sería interesante aventurar hipótesis que expliquen porqué en este país son tan populares este tipo de historias. Tal vez haya más casos de secuestros y asesinatos en Corea del sur que en otos países, pero no hay razones que hagan pensar eso. Tal vez tenga relación con la permanente amenaza de guerra con el norte (el terror proliferó en Hollywood en los años de la guerra fría). O tal vez simplemente se trate del simple morbo al cual se apela en mayor o menor medida para hacer rentable una película cuyo verdadero tema central a veces va por otro lado.
El hecho es que los guionistas de historias sobre asesinos crueles y despiadados parecen haber encontrado su meca en Seúl. Sin mucho esfuerzo puedo evocar al menos 10 películas coreanas que de manera directa, tratan el tema.
Una de ellas es la excelente Memories of Murder (Bong Joon-ho, 2003), donde se mezclan inteligentemente cuotas de humor y política, lo que la convierte en una de las películas de este género más interesantes que he visto. Trata de un asesino en serie de mujeres que ejerce en una provincia de Corea del sur y de los esfuerzos infructuosos de un equipo de detectives por atraparlo. No se conoce la identidad del asesino y a medida que el film y el tiempo avanzan este va adquiriendo proporciones sobrehumanas. El humor es aportado por los torpes investigadores provincianos que deben lidiar con un asesino que los supera desde todo punto de vista.
Si se tuviera que buscar parientes occidentales de esta película, estos se encuentran en Zodiac (2007, de David Finsher, otro cultor del género) y el Secreto de sus Ojos (Juan José Campanella, 2009).
Otro ejemplo en esta misma línea es el de Children Dirigida por Kyoo-man Lee 2011, basada en un hecho real de desaparición y asesinato de un grupo de niños en los ochenta en Corea del Sur. Los niños estuvieron desaparecidos durante décadas y el padre de uno de ellos fue unos de los principales sospechosos, a raíz de las acusaciones infundadas de un supuesto investigador y un inescrupuloso periodista de la época. Se trata de un drama potente, donde a medida que se va estancando la investigación, se van desvelando los estragos que la desaparición de los niños ha provocado en sus padres y familiares.
Se muestra también cómo las heridas de los afectados se van profundizando por las torpezas cometidas por los investigadores, la prensa sensacionalista y los intereses políticos que se van articulando en torno a un caso que concentra la atención del todo el país. Lamentablemente se cae en el recurso fácil, tal vez para dejar tranquilo al público, de mostrar a un supuesto asesino (dado que en realidad nunca fue encontrado). Se trata de un obrero de un matadero cercano (muy apropiado), al que solo le falta la motosierra y la máscara de cuero para completar el cuadro.
Es interesante que en películas como las mencionadas, donde la acción transcurre a lo largo de muchos años, está siempre presente como telón de fondo el conflicto político y el fantasma del norte. Los policías y la prensa locales en algún punto de la investigación aventuran la hipótesis de que se trata de crímenes cometidos por espías del norte.
Otras películas tratan el mismo tema, pero de una manera diferente. Desisten del recurso "identidad desconocida del asesino" como motor del suspense, desvelando al público desde el inicio el rostro del monstruo e incluso entregan datos íntimos del mismo; dónde y cómo vive, cuáles son sus obsesiones y rasgos de su personalidad, concediéndole al público más información que la que manejan los investigadores.
Generalmente este tipo de películas apela a la rabia e impotencia del protagonista y por identificación con él, del espectador. Se trata de películas donde hay que mostrar la crueldad del asesino, por lo tanto son mucho más gráficas en el despliegue del horror en la pantalla (torturas, mutilaciones, etc.). Es el caso de cintas como I Saw the Devil (Kim Ji-woon, 2010), donde no se escatimó en sangre y prótesis de partes humanas.
La trama es la clásica persecución del asesino por el policía vengativo que se lo toma como algo personal, pero con algunas variaciones. En I Saw the Devil, el argumento se lleva al extremo cuando el policía, cuya novia es mutilada por el asesino al inicio de la película en una secuencia brutal, renuncia a su cargo y tras implantar en el sospechoso un rastreador, decide seguirlo en su periplo de muerte. Le da libertad para apresar a sus víctimas e interviene justo cuando las va a matar, para dejarlo nuevamente en libertad de acción, provocándole una enorme frustración.
De este modo, el monstruoso asesino se transforma en una especie de víctima de esta suerte de vengador anónimo en el que se ha transformado el ex policía. La cinta es absolutamente exagerada en su representación de la violencia tanto física como moral.
Otra cinta interesante por el giro que le da al clásico argumento es ‘The Chaser’ (‘Chugyeogja’, Na Hong-jin, 2008), donde se subvierte la premisa de que la víctima principal debe salvarse. La historia gira en torno a un asesino de prostitutas en Seúl, quien lleva un tiempo indefinido cometiendo sus crímenes impunemente, dado que la desaparición de una prostituta no genera mayor interés en las autoridades, las que se apresuran en archivar el caso.
Un ex policía que se ha convertido en proxeneta sospecha que algo raro pasa cuando dos de sus prostitutas desaparecen sin dejar rastro. Lo que en un principio creyó que se trataba de un robo de prostitutas por una banda rival, comienza a desvelarse como un caso de asesinato. Aquí la tensión está dada por la ineptitud de la policía y el desinterés de las autoridades por resolver el caso. Incluso tienen detenido al asesino, pero por razones administrativas y políticas lo dejan ir, siendo el proxeneta el único realmente interesado en detenerlo.
Cabe hacer notar que en la mayoría de estas películas, a diferencia de sus parientes de Hollywood como Harry el Sucio (Dirty Harry, Don Sieguel, 1971), las armas de fuego juegan un rol totalmente secundario. Es más, en The Chaser no se ve una sola arma de fuego en toda la película.
Otras cintas cuyo tema central no es el de los asesinos, pero que lo tratan como parte importante del argumento son ‘Secret Sunshine‘, una de las mejores películas del imprescindible Lee Chang-dong (2011) sobre una madre que debe reponerse a la experiencia del secuestro y asesinato de su pequeño hijo. Este es un drama psicológico que habla sobre la fuerza interna como motor de superación de un trauma y la inutilidad de recurrir a soluciones externas tales como la religión.
Por último, dentro de las cintas que vale la pena mencionar en esta linea, destacan dos películas del popular Park Chan-wok que conforman su trilogía de la venganza. Sympathy for Mr. Vengeance y Sympathy for Lady Vengeance, la primera sobre traficantes de órganos y la segunda sobre un asesino de niños. Si bien son películas atípicas en el género, son buenos ejemplos de la crueldad que el cine coreano es capaz de desplegar y que seguramente quedará superada por próximas entregas.
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