domingo, 10 de junio de 2012

Harakiri (Seppuku, 1962)


Dentro de la larguísima lista de películas del género Jidaigeki (samurais y katanas) que se han filmado desde el fin de la segunda guerra mundial hasta hoy, es posible encontrar trabajos de notable intensidad dramática y calidad cinematográfica.

Las películas de este género se sitúan en su mayoría hacia mediados o al final de la era Edo (1603 a 1868), en la cual Japón era gobernado por señores feudales y los destinos de la gente común dependían de los caprichos de sus gobernantes. La corrupción moral y la ley del más fuerte era lo que imperaba, siendo este período por lo tanto, una fuente inagotable de inspiración para guionistas y cineastas.

Maestros del cine como Kurosawa, han sabido utilizar los elementos propios del género para hablar de la traición, la codicia y el honor. Películas memorables del género son por ejemplo Trono de sangre (Kurosawa, 1957), The Sword of Doom (Kihachi Okamoto, 1966) y una más reciente, la excelente The Twilight Samurai (Yôji Yamada, 2002).

Pero entre todo este corpus, la cinta Harakiri (1962) destaca por su calidad y profundidad dramática. Su director es Masaki Kobayashi, uno de los cuatro maestros de cine japonés. La película debe su título (el original, Sepuku ya que Harakiri es el título que se le dio en occidente) a la ceremonia mediante la cual los Samurai del Japón feudal restauraban su honor rajándose el vientre con su arma, una katana o cuchillo tradicional, siendo posteriormente decapitados por otro guerrero que los asistía en la ceremonia.


La cinta narra la historia de Hanshiro Tsugumo un Ronin, (Samurai que se ha quedado sin casa y sin señor) que acude a la casa del clan feudal Lyi, solicitando permiso para cometer Sepuku en el patio de la mansión. El señor de la casa accede a recibir al Ronin con la idea de hacerlo desistir de suicidarse, puesto que hace un tiempo otro Ronin llamado Motome Chijiiwa, había llegado allí solicitando lo mismo.

En esa oportunidad, sabiendo que los Ronin empobrecidos recurrían a esta práctica no con la intención de suicidarse sino de conseguir dinero o comida, la casa decidió dar un ejemplo. De manera particularmente cruel obligan a Chijiiwa a suicidarse con su espada de bambú, puesto que el acero original había sido vendido por el empobrecido guerrero para alimentar a su familia.

De a poco se nos van desvelando las reales intenciones de Tsugumo, quien ha acudido a la casa de Lyi no con la intención de suicidarse, sino de vengar la muerte de Chijiiwa, con quien tenía una relación muy cercana.

Se trata de una cinta crepuscular y extraña para el tipo de películas que se realizaba en Japón en los 60’s, puesto que no hay un héroe, ni trata de la defensa del honor o de las tradiciones. El tema es más bien una fuerte crítica a la autoridad y el poder desmedidos, habla de la irracionalidad de la obediencia ciega y de la pérdida de sentido de conceptos como el honor o las tradiciones cuando estos se sitúan por encima de la vida humana. La notable interpretación de Tatsuya Nakadai (protagonista también de la cinta La condición Humana del mismo Kobayashi) lleva esta película a otras alturas, al punto de ser considerada hoy como la mejor de Kobayashi.

La cinta fue controversial en Japón, y a pesar de haber ganado el premio del jurado en Cannes y haber hecho ganar mucho dinero a la productora Shoshiku, Kobayashi no pudo volver a filmar en dicha compañía realizando sus siguientes trabajo para la competencia, Toho, de la cual más tarde tuvo que salir por no apegarse a los cánones.

Recientemente Takashi Miike, el prolífico director japonés, realizó un remake más que aceptable de esta película, titulado Hara-Kiri: Death of a Samurai (2011). Se trata de una copia bastante fiel de la original, con lo cual Miike se aleja del gore y la exageración que lo caracterizan, lo que puede decepcionar a sus seguidores.

Este remake tiene eso si algunas diferencias con la versión de Kobayashi, siendo la más notoria, la del encuentro final, el paroxismo de violencia que se desata en la casa de Lyi cuando el clan descubre las verdaderas intenciones de Hanshiro Tsugumo. En la versión de Miike esta batalla esta suavizada puesto que el protagonista se enfrenta a sus enemigos con una espada de bambú y están ausentes las armas de fuego, que se usaron en la versión del 62 como símbolo del final de una era.

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