No se si esta película da para hacer una crítica, pero por lo menos da para comentarla, para lo cual hay que haber visto algunas de las películas del cineasta más irreverente, bizarro y prolífico que ha salido de Japón en las últimas décadas.
Solo alguien como Takashi Miike podía haber dirigido una película como Happines of the Katakuri (La felicidad de los Katakuri, 2001). Es la historia de una familia que es como la versión japonesa de Los Venegas, típica clase media. El padre, Masao Katakuri, es un típico perdedor ex vendedor de zapatos que compra una vieja casa en medio de la nada en el campo para trabajar ahí con toda su familia en un hostal. Le acompañan Terue, la esposa fiel que le hace caso en todo, sus hijos Shizue y Masayuki, la primera madre soltera y el segundo ex delincuente. Completan el cuadro Yurie, la pequeña hija de Shizue, Jinpei el padre de Masao y Pochi, el perro de la casa.
Todos están embarcados en esta aventura fallida del padre, puesto que se suponía que una nueva carretera que pasaría por el lugar haría que el negocio anduviera bien, pero la carretera no se construye y al hostal no llega nadie en meses. Están desesperados, a punto de cerrar, cuando llega un cliente, el que termina suicidándose en su habitación. Asustados de que la noticia termine por hundirlos, deciden enterrar el cadáver en el bosque. Comienzan a llegar más clientes, pero son todos personajes extraños que mueren por diferentes motivos en el hostal. Una pareja muere fornicando y un tercer cliente muere en una pelea con el abuelo, mientras trataba de seducir y engañar a Shizue.
La familia va enterrando los cadáveres en el mismo sitio a medida que las muertes van sucediendo, hasta que un día se les anuncia que el esperado proyecto de carretera se va a construir, para lo cual hay que excavar justo donde están los cadaveres. Deben ir entonces a exhumarlos y con eso ocurre una serie de incidentes.
Todo lo que pasa en la película es una completa locura, hay partes que ocurren en stop motion, otras con coreografías y canciones al estilo karahoke, hay zombies, erupciones volcánicas y todo tipo de rarezas dignas de la más extravagante cinta de Alex de la Iglesia.
Takashi Miike es un cineasta del que se puede esperar este tipo de cosas. Ha hecho muchísimas películas en su carrera y se ha paseado por todos los géneros incluyendo la comedia, el western (Sukiyaki Western: Django, 2007), el terror (One missed call, 2003) , el Gore (Ichi the killer, 2001), películas de samurais (Thirteen Assassins, 2010) y esta extraña película es como una mezcla de todo eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario