Norwegian Wood (2010) es la última película de Tran Anh Hung, cineasta francés - vietnamita conocido mundialmente por su premiada ópera prima El aroma de la papaya verde (1993)
Esta película generó expectativas antes de su estreno, porque se basa en la novela homónima (también conocida como Tokyo Blues) de Haruki Murakami, autor de culto. Por esta misma razón, el filme no ha sido apreciado por parte de los conocedores de la obra de Murakami, pero en mi caso, no habiendo leído el libro, me pareció una película muy bien lograda en cuanto a su capacidad para lograr transmitir emociones fuertes y la interesante puesta en escena, aunque a veces resulte un poco recargada.
La historia es la de relaciones de pareja tormentosas y el despertar sexual de sus protagonistas. Al principio la película se perfila como una comedia romántica de adolescentes ambientada en el convulsionado japón de finales de los 60's, con sus protagonistas masculinos luciendo como Bruce Lee, con pantalones apretados y beatle, pero poco a poco va tomando otro rumbo y se transforma en un drama de proporciones, que se desencadena con el suicidio de Kizuki, novio de Naoko y mejor amigo de Watanabe. Al morir Kizuki, Naoko queda sentimentalmente devastada y cae en brazos de Watanabe, a la vez que desarrolla una profunda depresión de la que no logra salir. El amor entre ambos se transforma de esta manera en una relación tortuosa, sobre todo para Watanabe quien además acaba de entrar en la universidad, está viviendo el despertar sexual, conoce a otras chicas, etc.
Tran Anh Hung es un director muy hábil a la hora de transmitir emociones y se vale para ello no solo de buenos actores, sino de todos los elementos que el cine pone a su disposición, es decir, la fotografía, la música y el montaje.
Las estaciones del año se van sucediendo de acuerdo a la evolución en el drama interno de los personajes, la cuidada iluminación cálida en el interior de las habitaciones donde tienen lugar los encuentros sexuales de los protagonistas logran transmitir una sensación de agradable intimidad como pocas películas lo hacen. Tal vez por eso el título, el mismo de la canción de George Harrison que habla de un encuentro íntimo en una pequeña habitación.
Rinko Kikuchi como Naoko, la misma que aparece en Babel (Alejandro González Iñarritu, 2006) y Mapa de los sonidos de Tokyo (Isabel Coixet, 2009), despliega una vez más sus habilidades actorales en una película japonesa dirigida por un extranjero.
Norwegian Wood es una película impregnada de occidentalismo, empezando por la música incidental muy protagónica, cosa que no suele ocurrir en el cine japonés. Aquí la música de los 60's sirve para situar al espectador en una época, recurso muy utilizado por cineastas como Scorsesse y Tarantino. Por otro lado, la música compuesta para la película sirve como elemento de emocionalidad. Es muy efectiva en esto, sobre todo en la secuencia de máximo dolor, donde recuerda a la partitura de Giorgy Ligetti, usada por Kubrick en 2001 Odisea del espacio. No es de extrañar, puesto que fue compuesta por Jonny Greenwood, miembro de Radiohead, quien también compuso la banda sonora de la muy "Kubrickiana" There Will be Blood (Paul Thomas Anderson, 2007)
Otro elemento occidental es la paleta de colores, muy atípica en el cine Nipón que suele optar por una gama muy acotada y sobria. En esta película pasamos del verde intenso del bosque que rodea al sanatorio donde está internada Naoko, al cálido naranja de los espacios internos que contrasta con un fuerte celeste del exterior y el blanco total de los paisajes nevados que sirve de escenario a los momentos emocionalmente más intensos de la película.
Norwegian Wood es una película que a pesar de que narra un drama, deja una sensación agradable y refrescante. Absolutamente vale la pena verla, tanto para quienes aman el cine japonés como para quienes no están familiarizados con él.
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