domingo, 7 de julio de 2013

Mega monstruos, de Tokio a N.Y.

A la izquierda, Gappa (1967) de Nikkatsu Co, fue el único intento de la productora por competir con Tohei en el terreno del Kaijú. A la derecha, Titanes del Pacífico (2013) la particular visión de Guillermo del Toro sobre el género.
Kaijú, es el nombre que los japoneses le han dado al género de peliculas de monstruos gigantes que destruyen ciudades pisoteándolas y vomitando sobre ellas fuego radiactivo, reduciéndolas a cenisas. Es el paroxismo de la destrucción,  llevado una y otra vez al cine desde que en 1954 debutara el monstruo Godzilla (Gojira) de la mano de los estudios Tohei, destruyendo Tokio.



Si bien en occidente existen referentes similares, generalmente con historias que involucran animales prehistóricos encontrados en alguna isla remota o descongelados, estas películas en general no gozaron del mismo éxito en sus países que el que han tenido en Japón sus símiles radiactivos. Como ejemplos cabe citar por su importancia o su rareza a King Kong (1933) y The Lost World, (1925) ambas animadas por Willis O'Brien; El valle de Gwangi (1969) e It Came from Beneath the Sea (1955), animadas por el discípulo de O'Brien, Ray Harryhausen, y la producción danesa Reptilicus (1961) uno de los escasos monstruos hechos en Europa.

Herencia cultural del holocausto nuclear que padecieron los japoneses en 1945, este tipo de películas y en particular Godzilla han gozado durante décadas de enorme éxito en Japón. Casi siempre el tema abordado en estas producciones es el de la superioridad de la raza humana a la hora de luchar por su propia supervivencia, a pesar de la aparente desventaja (de tamaño por cierto) con la que le toca luchar.

En los 60, con la llegada de la TV, la popularidad de estas series se hizo extensiva a América y Europa. Desde entonces, nos hemos acostumbrado a ver en la pantalla grande y chica innumerables adaptaciones, remakes y competidores de Godzilla. Así es como otras productoras, con el ánimo de competir con Tohei, crearon sus propios monstruos. Entre ellos se cuenta el también exitoso Gamera (1965) de los estudios Daiei, el fallido Gappa (1967) y otros tantos.

En respuesta a tan letal amenaza, surgieron en la década de los 60 en las pantallas de cine y TV los mega robots, únicos capaces de hacer frente a estos super monstruos. Tal fue su éxito que se creó en torno a ellos un nuevo género, el Mecha.

Nuevamente, hay una lista interminable de productos relacionados tanto en el mundo del animé como en el de las películas no animadas. Vale la pena mencionar a la serie animada para TV Macross, a Mazinger Z, Patlabor y el más famoso de ellos, Ultraman, serie de TV que mezcla ambos géneros y que hizo de las suyas en la pantalla chica de nuestro pais en la década de los 80.

Dentro de los productos más o menos recientes, destaca por su originalidad y complejidad, la serie Evangelion, de la cual se han hecho recientemente los remakes digitalizados Evangelion 1.0 You Are (not) Alone, Evangelion 2.22 You Can (not) Advance y Evangelion 3.33 You Can (not) Redo. Esta última parte, de estreno reciente, sube un peldaño más en la escala de destrucción respecto de sus anteriores entregas, con ángeles (los monstruos que quieren destruir la tierra) cada vez más abstractos y poderosos. La película parte con una secuencia de destrucción de Tokyo hecha con maquetas, a la antigua.

Evangelion ha gozado durante años de un enorme éxito y se ha transformado en una serie de culto. Está orientada a un público más adulto, dado lo complejo de la trama, las alusiones a la tradición católica (los rollos del mar muerto, la lanza del destino, etc) y su cuota importante de violencia con destrucciones apocalípticas.

Las destrucciones apocalípticas de Evangelion 3.33.
Debido a la gran popularidad que ambos géneros han logrado mantener en Japón por más de cuatro décadas, era cuestión de tiempo hasta que algún cineasta cuarentón en Hollywood con suficiente dinero e influencias se decidiera por plasmar su propia visión del género, mezclándola con la tradición occidental.

Uno de los primeros en hacerlo fue el irregular cineasta alemán Roland Emmerich, especialista en destruir ciudades e inundar continentes (El Dia Después de Mañana, 2012, El Dia de la Independencia). Lo intentó en 1998 con la deplorable adaptación de Godzilla, cuyo rechazo por parte del público dejó enterrado por un tiempo el deseo de volver al género en Hollywood.

Diez años más tarde el productor J. J. Abrahams volvió a intentarlo con Cloverfield (2008), pero tal vez la elección de tan absurdo nombre no ayudó a que la película gozara de mucho respeto por parte de los seguidores del género, a pesar de ser una película mucho más interesante que la de Emmerich.

Ahora en el 2013, el creativo e inteligente Guillermo del Toro busca despertar nuevamente al adolescente que
Guillermo del Toro rinde tributo en Pacific Rim a las series
japonesas de monstruos, que hicieron de las tardes después
del colegio en los 70 y 80, una delicia para los niños de entonces.
llevamos dentro, entregándonos su propia visión del tema con su  megalomana Pacific Rim (Titanes del pacífico, 2013), cuyo trailer hace babear a sus seguidores. Con una trama similar a la de Evangelion, con elementos extraídos del mundo de H.P. Lovecraft y completamente inspirada en las series de monstruos japonesas, esta película viene para instalarse entre los referentes del género.

No queda más que esperar y ver si esta vez los efectos digitales podrán más que lo que pudieron en su momento las maquetas y los trajes de goma a la hora de conquistar a la audiencia juvenil.






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